Estudiantes llevan a cabo investigación de actualidad sobre los migrantes en Nuevo León en los tiempos de la Pandemia.
El documento pone en contexto los nuevos retos que enfrentó la población que atendió la Casa del Migrante Casanicolás a raíz de la pandemia por COVID-19 dentro del Estado de Nuevo León, México.
Con el fin de contribuir a subsanar la escasa documentación que existe hasta ahora sobre las vulnerabilidades que han sido creadas o intensificadas por la encrucijada entre la migración y la pandemia, Casanicolás, como actor social líder en la atención a migrantes, desea informar, visibilizar y sensibilizar a la ciudadanía acerca de las dificultades extremas a las que se enfrentan sus huéspedes, regularmente invisibilizados por los prejuicios, el estigma social y la xenofobia. Por ello, damos a conocer las respuestas ofrecidas por nuestro albergue para hacer frente a los riesgos que experimenta esta población.
Para cumplir con el objetivo establecido, en primer lugar, ofrecemos una explicación sucinta
de quiénes son las personas migrantes actualmente en tránsito por México y de los principales factores que se entretejen para establecer su vulnerabilidad. Subrayamos la manera en la que la pobreza, la violencia y la desintegración social consiguiente les constriñen a buscar mejores oportunidades lejos de su tierra natal. También presentamos un breve recorrido histórico de la relación funesta entre la migración y las epidemias, que siempre han producido un aumento de la estigmatización social y del racismo hacia los foráneos.
En el segundo apartado, se contextualizan las vulnerabilidades de las personas migrantes en
relación con su escaso acceso a la salud, a pesar de tener en teoría garantizado un derecho de utilización del sistema sanitario en México. En particular, cabe subrayar que las y los
migrantes tienen globalmente un mejor estado de salud que la población local al salir de su
país, pero las condiciones extremadamente precarias en las que ejercen su tránsito
(sobreexposición a la delincuencia organizada, rechazo de la población, hostilidad de las
autoridades, ausencia de información, entre muchos otros) les conducen a tener problemas
de salud física y psicosocial que serían fácilmente evitables si el derecho a una migración
“segura, ordenada y regular”, que tanto pregonan los Estados, fuese una realidad.
En este contexto, subrayamos las estrategias tradicionalmente utilizadas por las personas
migrantes para sobrellevar estas carencias. La evidencia muestra que básicamente son dos
redes las que usan para subsanar sus necesidades de salud: los consultorios médicos adjuntos a las farmacias, pero que atienden únicamente a las necesidades de salud física más
apremiantes, implican un costo y no ofrecen ningún seguimiento ni atención integral. Por
otra parte, presentamos cifras que indican claramente que las casas del migrante son la
alternativa más frecuentada para acceder a la asistencia sanitaria. En el caso de Casanicolás,
ofrecemos una atención integral basada en una revisión médica para quienes la solicitan, así
como un apoyo psicológico sostenido de detectarse alguna necesidad en este ámbito. En caso de requerirse, también se canalizan y se asegura el seguimiento de los casos más graves en el sistema de salud público.
El tercer apartado expone la situación del COVID-19 en el Estado de Nuevo León.
Presentamos la agudización de la situación de vulnerabilidad entre la población migrante, que se vio impedida de seguir su camino, pero a la vez de conseguir un empleo en Nuevo
León para mantenerse por sí sola. Mencionamos también las débiles medidas adoptadas por
las autoridades: si bien hubo un efímero diálogo con las autoridades locales, no se recibió
ningún apoyo tangible para establecer medidas de prevención o atención médica por parte
del Estado.
Además, se dejaron a muchas personas previamente atendidas por las autoridades migratorias en abandono total desde el inicio de la pandemia, sin posibilidad siquiera de ser regresadas a su lugar de origen. Muchas de ellas (las que no alcanzaron un lugar en algún albergue) terminaron lógicamente en situación de calle y expuestas al contagio, pues carecen de redes de apoyo social en la entidad. Los riesgos sanitarios y sociales antes expuestos son aún más agudos para las familias, las mujeres y las personas de la diversidad sexual.
Frente a la indiferencia de nuestra sociedad, las organizaciones de la sociedad civil – y
especialmente las tres Casas de la Arquidiócesis de Monterrey – han asumido la
responsabilidad de atender las múltiples necesidades y precariedades de la población
migrante. En estos tiempos de crisis sanitaria, los albergues han tenido que tomar la iniciativa
nuevamente y realizar esfuerzos extraordinarios – con recursos aminorados por la misma
pandemia – para apoyar y proteger a los migrantes más que nunca expuestos a las amenazas
a su salud, integridad y vida.
El cuarto apartado detalla estas medidas de atención a migrantes que ha adoptado Casanicolás y las actividades que se llevaron a cabo en el albergue durante la pandemia, gracias al apoyo inigualable de nuestros empleados, voluntarios y de las organizaciones socias. Se implementó un confinamiento estricto con 50 personas, observando en todo momento las reglas de prevención sanitaria. Además, pudimos – y seguimos haciéndolo – entregar 60 comidas diarias a personas necesitadas no hospedadas en el albergue.
Afortunadamente, y gracias también al apoyo de las organizaciones que siempre nos respaldan en cuestiones de salud (entre las principales: el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, el Centro de Salud No.4 “Insurgentes”, la Cruz Roja, Médicos Sin Fronteras, el Tec Salud, y la Universidad de Monterrey), no tuvimos que enfrentar ningún brote del virus hasta el momento.
De esta crisis excepcional, estamos aprendiendo mucho. Primero que nada, aunque queda
claro que no tenemos la capacidad para cubrir todas las necesidades de tantas personas
abandonadas por la inexistencia de una gobernanza migratoria responsable y efectiva;
seguimos firmes en el camino de la Misericordia, conforme a nuestra misión.
Sin embargo, es urgente que los Estados involucrados en el corredor migratorio norte-
mesoamericano hagan realidad su discurso de promoción de la dignidad humana y tomen
medidas inmediatas y efectivas para garantiza la seguridad física, social y sanitaria de las
personas migrantes, mexicanas o extranjeras, que sufren múltiples agravios en su camino y
se encuentran hoy más que nunca desprotegidas frente al cierre de las fronteras, la falta de
empleo y el agotamiento de sus redes tradicionales de apoyo. Sin ello, son miles de familias,
mujeres y hombres, niñas y niños, que corren un peligro real de sufrir un fuerte deterioro de
su bienestar; lo cual afectaría inevitablemente a su entorno cercano, pero también a toda la
sociedad regiomontana y mexicana.
Por ello, y a la luz de nuestra experiencia única y de primera línea, concluimos con una
reflexión sobre las recomendaciones, aprendizajes y retos a futuro como consecuencia de los
cambios ocasionados por el COVID-19 en la dinámica migratoria en México y para prevenir
futuras emergencias sanitarias. Aprendimos que jamás saldremos de esta contingencia
extraordinaria, ni llegaremos a ninguna “nueva normalidad”, si se siguen ninguneando las
necesidades de las poblaciones más vulnerables de nuestro país. Urge tomar estas medidas
concretas para realizar efectivamente el discurso oficialista de los derechos humanos, pero
también luchar contra la ignorancia que impide a mucha gente ver en las personas migrantes
el rostro de Cristo, y por lo tanto de otro “yo”.
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